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Carlos Smith analiza el cierre de la siderúrgica de Huachipato y su impacto en la economía del Biobío

El cierre de una era siderúrgica

La siderúrgica Huachipato fue protagonista de uno de los hechos económicos más relevantes de 2024. Tras décadas de funcionamiento, la histórica empresa de Talcahuano cerró definitivamente sus puertas, dejando a miles de trabajadores sin empleo y marcando el fin de una etapa industrial emblemática para la región del Biobío.

El hecho generó preocupación en todo el país y abrió un debate sobre las causas que llevaron a su caída, así como las consecuencias que tendrá para la economía nacional y regional.

Para comprender la magnitud del fenómeno, el economista Carlos Smith, académico de la Universidad del Desarrollo, analizó el impacto del cierre y reflexionó sobre los desafíos que enfrenta la industria chilena.

Un pilar económico y simbólico del Biobío

Durante décadas, Huachipato fue un pilar fundamental para la economía regional. Según Smith, la empresa no solo representaba una fuente de empleo estable para miles de trabajadores, sino que además sostenía una extensa red de proveedores locales, transportistas y pequeñas industrias dependientes de su actividad.

“Huachipato era más que una fábrica; era parte de la identidad del Biobío. Durante mucho tiempo fue sinónimo de progreso, desarrollo y orgullo industrial”, afirma el economista.

Sin embargo, desde una perspectiva macroeconómica, su aporte al país se había ido reduciendo con el tiempo. La producción nacional ya no podía competir con el acero importado, especialmente el proveniente de Asia, mucho más barato. A esto se sumaba que buena parte de la materia prima utilizada era importada, lo que disminuía su efecto multiplicador sobre la economía nacional.

Un desenlace difícil de evitar

Smith considera que el cierre era, en buena medida, inevitable dadas las condiciones del mercado global. La industria siderúrgica, altamente competitiva y dependiente de los precios internacionales, dejaba a Chile con pocas posibilidades frente a gigantes como China o India.

“Con una escala de producción limitada y altos costos operativos, el país tenía muy poca capacidad para sostener una competencia prolongada”.

No obstante, el economista advierte que faltó visión de largo plazo. “Quizás se pudo haber evitado un cierre tan abrupto si se hubiesen implementado planes de modernización tecnológica o estrategias de diversificación industrial con anticipación. Durante años se advirtieron señales de estancamiento, pero las respuestas fueron más reactivas que preventivas”, explica.

Respecto al rol del Estado, Smith agrega que un eventual apoyo gubernamental habría sido solo un paliativo. “Subsidios o rescates financieros no son sostenibles si no se aborda la falta de competitividad estructural de fondo”, enfatiza.

Impacto regional y consecuencias económicas

El golpe más fuerte, advierte Smith, se siente en el Biobío. La pérdida de miles de empleos directos y el efecto dominó sobre los sectores asociados han provocado una contracción del consumo regional y una caída en la confianza de los inversionistas.

A nivel nacional, el impacto es más acotado. “Chile ya no depende de su producción siderúrgica. El cierre no afectará significativamente las cifras globales del PIB, pero sí deja una herida simbólica: revela la vulnerabilidad de nuestras industrias tradicionales frente a la competencia internacional”, comenta el economista.

Lecciones para el futuro industrial de Chile

Para Smith, el caso de Huachipato deja una enseñanza clara: “No podemos quedarnos anclados en modelos productivos del pasado”.

El economista plantea que el país debe apostar por la innovación, la eficiencia energética y el desarrollo de productos con valor agregado. “No basta con mantener industrias por nostalgia; se requiere visión estratégica y adaptación constante”, señala.

Asimismo, insiste en la necesidad de una política industrial moderna: “El Estado debe identificar los sectores estratégicos para el desarrollo del país y apoyarlos con políticas sostenibles, no con medidas de emergencia”.

El desafío de reinventar el Biobío

Pese al duro golpe, Smith se muestra optimista respecto al futuro de la región. “El Biobío tiene la capacidad de reinventarse. Su ubicación geográfica, su infraestructura portuaria y su capital humano son ventajas que pueden aprovecharse si se impulsa la diversificación productiva”, afirma.

Según el economista, la región podría transformarse en un polo de innovación, energías limpias y servicios industriales de alto valor.

“Las crisis también son oportunidades”, concluye Smith. “El cierre de Huachipato puede ser el punto de partida para construir un nuevo modelo de desarrollo regional, más sostenible y acorde a los desafíos del siglo XXI”.

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