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El gran impacto del aborto clandestino en Chile ante elecciones presidenciales 2025

En plena carrera de las elecciones presidenciales 2025, el debate sobre el aborto en Chile se ha intensificado. Mientras algunos candidatos proponen avanzar en la despenalización, otros buscan eliminar incluso la ley de aborto en tres causales, vigente desde 2017. En este contexto, el impacto de esta práctica clandestina en Chile ante las primarias que se aproximan se vuelve una realidad urgente y silenciada, como lo demuestra la experiencia de Camila, una joven que atravesó el proceso en la clandestinidad.

Camila tenía 21 años cuando un test de embarazo casero cambió el rumbo de su vida. “Me lo hice en el baño, entré sola y esperé los cinco minutos. Cuando vi el test, salieron dos rayitas e inmediatamente dije ‘¿qué hago?’. Me quedé en shock. Una parte de mí sentía un poco de alegría porque sé que algún día quiero ser mamá, pero la otra parte estaba completamente asustada. No era el momento”, recuerda Camila, quien en ese instante decidió contarle a su madre y a su madrina, buscando apoyo en medio del miedo y la incertidumbre.

La presión familiar y de su pareja fue determinante. “Mi mamá y mi madrina me dijeron que tenía que abortar, que no había otra opción. Mi pareja también pidió que por favor abortara, que no estaba listo para ser papá. Yo no sabía cómo era abortar, si dolía, si me podía pasar algo. Todo eso me llevó a estar asustada y al principio a estar un poco reacia a la idea de abortar, pero no porque quisiera ser mamá, sino por miedo”, relata. La falta de información y el estigma social, producto de la ilegalidad, marcaron cada paso del proceso.

La lucha por la legalización del aborto

En nuestro país, la ley permite el aborto solo bajo tres causales: riesgo vital para la mujer, inviabilidad fetal y embarazo por violación. Sin embargo, miles de mujeres como Camila recurren cada año a la clandestinidad, enfrentando riesgos físicos y emocionales. “Estaba recién operada de una manga gástrica, no me sentía preparada ni emocional, ni física ni económicamente, y mi pareja menos. Físicamente, el embarazo me afectó mucho: vomitaba todo, me sentía súper mal, súper cansada”, cuenta Camila.

El acceso a un aborto seguro fue posible gracias a una agrupación feminista. “Me contacté con una agrupación de la región. Ellas te citan por Telegram, te hacen una reunión con otras chicas en la misma situación y después te entregan las pastillas en un lugar apartado. Todo es muy secreto, por seguridad. No tuve miedo de ser estafada porque mi psicóloga conocía a la agrupación, pero sí tenía miedo de no saber si lo estaba haciendo bien”, explica. La clandestinidad obliga a las mujeres a depender de redes informales y a vivir el proceso en soledad, sin acompañamiento médico ni certezas sobre su salud.

El procedimiento, realizado en su casa, fue doloroso de todas las formas posibles. “Físicamente fue el dolor más grande de mi vida, pero después me sentí mejor que nunca. Mentalmente, me sentí aliviada, pero igual me daba pena. Me acuerdo que vi un par de bebés y me entristecía, pero era una pena momentánea. Hasta el día de hoy no me arrepiento”, confiesa. El apoyo emocional fue escaso: “Mi mamá y mi familia no me prestaron mucho apoyo, me sentí juzgada. Salir adelante fue algo que tuve que hacer sola con mi psicóloga, y eso me hizo más fuerte”.

La red de mujeres que atraviesan la clandestinidad genera lazos de confianza y solidaridad. “Ese día en la reunión estaba lleno de niñas que iban a abortar. Ninguna juzgaba a la otra. Me hubiese gustado tener contacto con alguna de las que recibieron las pastillas conmigo, poder hablarlo, pero en mi círculo no hay nadie que haya abortado. Siento que en general las mujeres se apoyan mucho en esta situación, como que ninguna de mis amigas me juzgó, sino que se preocuparon”, relata Camila, con la voz quebrada por la emoción.

Debate sobre el Aborto en Chile marca elecciones presidenciales 2025

Mirando hacia atrás, Camila es clara sobre lo que significaría la legalización total: “Si fuera legal y se pudiera hacer en un hospital, habría más información, más seguridad, más tranquilidad. Todo esto te lo dicen como secreto, no es algo que puedas compartir públicamente sin correr riesgo tú ni poner en riesgo a las personas que te ayudaron”.

Muchas mujeres siguen eligiendo intervenir sus embarazos en la clandestinidad, enfrentando riesgos graves por falta de acceso seguro y legal. Eliminar las tres causales no solo limita derechos, también profundiza la desigualdad, el miedo y la soledad de miles de mujeres. La discusión sobre el aborto en Chile en contexto de elecciones presidenciales 2025 es crucial para garantizar acceso seguro y legal a la interrupción voluntaria del embarazo. La historia de Camila demuestra que criminalizar el aborto no lo detiene: lo hace más riesgoso, doloroso y solitario.

El aborto clandestino no es solo un tema político: es una amenaza directa para la salud y la vida de las mujeres. En un país que ignora los derechos reproductivos, las mujeres necesitan representantes que escuchen, comprendan y actúen con responsabilidad. Este es un derecho negado que necesita ser garantizado, no castigado, en medio de un debate presidencial clave para el futuro.

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