Ester Araneda, historia de resistencia en la dictadura militar
En Hualpén, región del Biobío, vive Ester Araneda. Tiene 77 años y consigo una historia herida por la pérdida y la resistencia en la dictadura militar. Nacida en Valdivia, se trasladó a Talcahuano tras el terremoto y maremoto de 1960. Fue en esta ciudad donde encontró un hogar para armar su familia. También, el lugar donde se convirtió en una de las voces más firmes en la lucha por los derechos humanos en la región y el país.
La desaparición de Alfonso Araya
Su vida cambió de manera forzosa el 9 de septiembre de 1976, cuando su esposo, Alfonso Araya, fue detenido y desaparecido a manos de la dictadura cívico-militar en Santiago. Ambos militaban en las Juventudes Comunistas. Ella tenía siete meses de embarazo, mientras él, apenas 28 años. Desde aquel traumático momento, Ester no ha soltado la mano de la esperanza, esperando, algún día, encontrar a su amado. Tampoco dejó de denunciar el silencio impuesto por el régimen. “Mi vida no ha sido fácil desde entonces. He aprendido a soportar el dolor. Soy una universitaria de la vida”, afirma con firmeza en sus ojos.
Ester no sólo enfrentó la desaparición de su compañero de vida, sino también la represión. Junto a otras mujeres, salió a las calles con pancartas y rostros envueltos de angustia y sentido de lucha, exigiendo justicia. “Nos detenían, nos golpeaban, nos subían a carros y nos tiraban como animales. Una vez incluso nos apuntaron con armas y nos dijeron que nos matarían. Fue una tortura psicológica que te marca para siempre”, recuerda con viveza.
Pesé al miedo e incertidumbre, Ester fue una de las organizadoras de la primera huelga de hambre realizada a nivel país. Junto a 13 mujeres, se tomó la parroquia de la Universidad de Concepción. “No sabíamos lo que era una huelga de hambre, solo que no podíamos seguir esperando en silencio”, relata. Ese acto se replicó en el extranjero, con chilenos exiliados solidarizando desde Europa y América Latina. Fue también uno de los orígenes para la creación de la agrupación de detenidos desaparecidos en Concepción, una de las primeras organizaciones de derechos humanos en Chile.
Fin de la dictadura y el Informe Rettig
Con la llegada de la democracia, las esperanzas de encontrar verdad se acrecentaron. El Informe Rettig, impulsado por el gobierno de Patricio Aylwin, sentó precedente para la resistencia en la dictadura militar, al reconocer oficialmente la existencia de más de mil cuatrocientos casos de desaparición forzada. “Fue un documento clave. Se acabó eso de los ‘presuntos detenidos desaparecidos’. Por fin el Estado reconocía su responsabilidad”, señala Ester, quien también valora que por primera vez se les otorgó una pensión como forma de reparación simbólica.
Sin embargo, no todo fue avance. Ester critica de manera tajante los gobiernos de Frei Ruiz-Tagle y Piñera por su carencia de compromiso hacía las víctimas. “Jamás nos recibió, nunca nos escuchó. Fue un gobierno sordo. Y con Bachelet, que pensamos sería distinta, tampoco logramos cerrar Punta Peuco. Solo con Boric sentimos que se nos dio voz”, asegura.
El actual presidente no solo las recibió, sino que acogió una propuesta elaborada por la misma agrupación para implementar el Plan Nacional de Búsqueda de Detenidos Desaparecidos. A día de hoy, dicho plan avanza con una comisión integrada por familiares de las víctimas, universidades y ministerios, simbolizando el avance en la recuperación de los que nunca regresaron.
Ester, estandarte para la resistencia en la dictadura militar
Ester lleva 58 años de militancia, tanto en la JJ.CC como en el partido comunista y casi cinco décadas de trabajo en la defensa de los derechos humanos. Fue testigo del horror, pero también del coraje de cientos de mujeres que, como ella, se negaron a guardar silencio. También ve con esperanza el futuro, especialmente con la figura emergente de una mujer comunista como eventual candidata presidencial. “Ella no llegó ahí por azar. Tiene una trayectoria, viene de abajo, es preparada y cercana. Es un ejemplo para las nuevas generaciones”, sostiene con orgullo.
Desde Hualpén, la voz de Ester Araneda sigue viva y elocuente, viviendo como una estandarte de la resistencia en la dictadura militar, reivindicando su sentido de justicia y aclamando por la dignidad para las víctimas de la dictadura cívico-militar.